martes, 20 de noviembre de 2012

Hace diez años, un día como hoy, a muchos de nosotros se nos encogió el estómago y el alma comprobando cómo el Prestige, que nunca debió salir hacia el que sería su último viaje, se partía en dos y se hundía frente a las costas gallegas. Durante seis interminables días lo marearon de un lado para otro, olas de varios metros azotaban su casco, dejando un reguero de chapapote que presagiaba un final trágico.

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